jueves, 17 de mayo de 2007

Empedrado

Un día sin sol, un atardecer inclemente. De pronto se escucha el voceo cadencioso del afilador que pasea su cansancio por el gastado empedrado.
En una esquina, bajo el alero de tejas de una bonita vivienda, apoyados en el mármol de la entrada, un puñado de muchachos agrede al hombre con palabras hirientes, mostrándose orondos ante sus compañeros quienes festejan sus exabruptos.
Resignado, él sigue su camino en silencio, con las risas y burlas pegadas a su espalda. Una arruga profunda surca su frente.

La puerta se abre de improviso con estrépito y de pronto todo cambia.
Un revolotear de piernas corre en distintas direcciones.
Todo vuelve a su normalidad y el afilador se aleja silbando su camino

No hay comentarios: