Un silencio espeso incursionó el espacio.
Los pequeños fragmentos de luz multicolor ya no se esparcían por el ambiente.
Hay angustia, desasosiego en el tono del amante. Un papel, una carta que revoloteó juguetona al compás de la brisa y terminó posándose a sus pies.
La desconfianza, los celos, nuevamente tomaron posesión de él.
Recogió la misiva y aún antes de leerla, volviéndose, la increpó con virulencia. Los epítetos brotaron de sus labios como manantial incontenible.
Abrió el celeste papel y leyó con furia, unos versos de amor, que iban dirigidos a él.
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